En el rincón de los mendigos
Hoy, en el rincón de los mendigos no hay cartones, ni arretrancos, ni bisutería de las que ya nadie quiere; en su lugar hay unas pocas macetas con plantas a medio vivir, con más amarillo que verde, sedientas de agua y hambrientas de luz. Supongo yo que esta buena gente habrá pensado: “Ya que nadie nos cuida, cuidaremos nosotros de estas desgraciadas vidas sin alma; silenciosos vegetales.
No se sabe a quién alcanzará primero el fin del mundo, si a los mendigos o a las plantas.
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