De ayer para mañana
Leyendo sin detenerme, intentando
encontrarme entre líneas,
me fui transportando en el calendario automático
que me va meciendo entre los días
sin pedirme permiso. Aparté la lectura
y comencé a transitar errante
por un camino ya triturado por viejas pisadas.
Entre los fusiles de esa polvorienta senda
encontré más vida que en algunos latidos
de fríos corazones insensibles. Abandoné la marcha
y me senté a esperar al viento
para comprobar si podía volar.
Me acarició una brisa suave,
apiadándose de mí y susurrando
algo que nunca podré entender.
El huracán no tenía prisa.
Soy demasiado malo para ser bueno.
Demasiado común para descubrir caminos nuevos.
Demasiado pesado para volar.
Demasiado humano para encontrar
el verdadero sentido de las cosas.
Así fue como el ayer se convirtió en mañana.
Así comencé a escribir para decir nada.
Comencé a crear los adagios
que el tiempo convirtió en destino.
La vida volaba sin pisar tierra
silenciosa, rompiendo el ruido;
casi sin dejar huella, casi sin tiempo,
casi yo y casi nada,
casi como te lo cuento.
Salma Abdola Gutierrez
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